lunes, 2 de abril de 2012

La grada de crema y guinda

Junior Casanova dedicando el gol a su segunda mamá (Foto: Diego Martínez)

El estadio Julio Montjoy Guizado, ubicado en el distrito de Santiago de Surco, es una edificación remodelada hace un par de años. En el exterior se puede visualizar una sola tribuna. Los colores de esta estructura son: crema y plomo. Posee dos vías de acceso, un estacionamiento (bien custodiado por los pobladores de las cercanías), dos camerinos y una cancha de fútbol de grass sintético.

Hoy es sábado y el recinto deportivo albergará cuatro encuentros; lo curioso es que solo se enfrentarán dos equipos: Alianza Lima y Universitario de Deportes. Algún periodista deportivo dijo en cierta ocasión que los clásicos se jugaban los domingos a las 3:30, en familia, con sol y ansiosos de ver buen fútbol. Pero, está tarde también tendremos clásico, clásico de menores.

Los aficionados de Universitario se encuentran en la parte izquierda de la tribuna. Una reja metálica de color gris separa a las barras. Los cánticos se oyen de un lado y del otro. Quizás la única diferencia es que en la tribuna aliancista, solo se encuentran mujeres; quizás los padres están trabajando. Alianza hoy es local. La reja divide la pasión y las clases sociales.

En la tribuna crema alientan 35 personas. Aunque se podría decir que la facción más acérrima está compuesta por 10 hinchas: los padres, madres y hermanos de los deportistas. A un lado de los familiares, se encuentra el director técnico (fue expulsado la fecha anterior), él está dirigiendo a sus jugadores desde la tribuna. El sol se eleva y se hace cada vez más fuerte, es hora de empezar.

La categoría 95 -de la popular ´U´- brinca al campo de juego. Los padres emocionados vitorean y aplauden a sus hijos. La alineación es clara: 4-4-2. Los colores de Universitario se funden con los de Alianza. Veintidós muchachos están atentos a un balón. Los padres de la tribuna crema son los más emocionados. Ovacionan y alientan a sus hijos. Todos son una gran familia.

El primer tiempo se vuelve muy agresivo. Un par de remates, atajadas y faltas. El invitado de honor estuvo ausente gran parte del partido. Casi nunca ninguno de los dos equipos profundizó su ataque. El gol llegó en una jugada aislada. Como aquel oasis en medio del desierto. Disparo por la derecha, atajada del portero local, rebote y pierna crema. -Bien Panduro, gritaron de la tribuna.

La ´U´ gana por un gol. Así de rápido y así de fugaz transcurrió la primera parte del encuentro.

El complemento estuvo más entretenido. El equipo visitante dominó gran parte de los restantes 45 minutos. Las arremetidas por la banda izquierda son su mayor virtud. Aunque la parte central de la cancha seguía congestionada. En ese bosque de piernas, que se tornó el medio campo, un árbol sobresalía del resto. Largo y fino, como una rama de ébano, el número 10 controlaba el balón.

-Así se hace negro, gritaba un hincha. A Cáceres le calza de manera perfecta esos dos números. Él es la lucidez del equipo. Técnica, dominio del balón y –sobre todo- cerebro para entender el juego. Su gol es la manera más clara de exponerlo. Tiene el balón en el área chica, amaga al portero con la derecha, elude al defensa con la izquierda y, de manera delicada, remata con derecha. Dos a cero.

El partido estaba controlado. Los hinchas visitantes se alborotaban cada vez más. Sí, los padres y madres también se desesperan y gritan por el fútbol. El arquero de la ´U´ detiene un penal y, luego de esto, llega el tercer tanto.

Arremetida por izquierda, el número 17 (Junior Casanova) galopa por la banda. Como si se tratase de un búfalo, aprovecha su masa muscular y pasa a dos defensas, el arquero sale a su encuentro y remata. Gol y a celebrar. Otra corrida emocionada sin balón y a colgarse de la tribuna. –Para ti mamá, grita emocionado y sin camiseta. La sonrisa de la señora se hace una junto con la del resto de familiares. Han ganado y de visita. Qué buena tarde de clásico. Qué buen sábado. 



Texto: Aldo Cadillo